Pareciera que una maldición histórica gravita sobre los paraguayos: más de dos siglos recibiendo golpes... Y el primero y el último de ellos, vaya coincidencia, están relacionados con la Iglesia y los imperios.

En el 2012 un golpe oligarca separa del poder a un exobispo de izquierda, presidente incómodo a los intereses imperiales en Sudamérica.
Fernando Lugo sabía perfectamente que podía correr la misma suerte de aquellos jesuitas. Salvando distancias, estaba repitiendo la misma fórmula de las reducciones: incentivar en el pueblo un sentimiento de independencia, convirtiendo el trabajo, la solidaridad y la igualdad en el centro de la vida.
Así nació en 1609 el pueblo San Ignacio Guasú, y pronto le siguieron otras cuarenta fundaciones situadas en torno a los ríos Paraná, Uruguay y Tape. Tras un frío cálculo político, el monarca Carlos III dio el golpe a los jesuitas, expulsando a quienes enseñaron al pueblo el derecho a la insurrección. (Tomado de Granma)
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