La primera visita a Cuba de Hugo Chávez, y su encuentro con el líder de la Revolución Fidel Castro hace 20 años, trascendió la mera amistad entre dos hombres para transformar de golpe la fisonomía de todo un continente.
“Yo no merezco este honor, aspiro a merecerlo algún día en los meses y en los años por venir”. Fueron sus palabras. Sorprendido aún, no esperaba que el líder a quien admiraba lo recibiera personalmente. Después de todo él era un simple teniente coronel, un militar “golpista”, el “rechazado” por la izquierda y la derecha en América Latina y el Caribe.
Cuando Hugo Chávez aceptó la invitación del historiador Eusebio Leal, y aterrizó en la madrugada del 14 de diciembre de 1994 por primera vez en La Habana, inició una amistad con el líder de la Revolución Fidel Castro, que duraría hasta su desaparición física.“Yo no merezco este honor, aspiro a merecerlo algún día en los meses y en los años por venir”. Fueron sus palabras. Sorprendido aún, no esperaba que el líder a quien admiraba lo recibiera personalmente. Después de todo él era un simple teniente coronel, un militar “golpista”, el “rechazado” por la izquierda y la derecha en América Latina y el Caribe.
Venía con los sueños cual Libertador de la nueva etapa que ya se gestaba. Encontró en Fidel la motivación para impulsar el proyecto de los próceres independentistas y cambiar de esa forma la fisonomía de la América Nuestra.
Del otro lado, un Fidel previsor y adelantado a su tiempo, percibió en el joven revolucionario sus dotes de excelente orador, hombre comprometido con sus raíces, sus ideas, pero sobre todo su pasión por la Historia y por Bolívar.
Con su verbo encendido deslumbró al auditorio que se congregó en el Aula Magna de la Universidad de La Habana horas más tarde, cuando expresó que “era la primera vez que venía físicamente, porque en sueños, a Cuba había venido muchas veces”.
“Algún día —dijo— esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos y en condiciones de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario latinoamericano, imbuidos, como estamos, desde hace siglos, en la idea de un continente hispanoamericano, latinoamericano y caribeño, integrado como una sola nación que somos”.
“El siglo que viene para nosotros, es el siglo de la esperanza, es nuestro siglo, es el siglo de la resurrección del pueblo bolivariano, del sueño de Martí, del sueño latinoamericano”.
Chávez conmovió cuando dijo que “Cuba es un bastión de la dignidad latinoamericana y como tal hay que verla”.
Pero ese bastión vivía los años más duros del periodo especial. El derrumbe del campo socialista estaba fresco y sus consecuencias mellaban en la vida de los cubanos. Sin embargo, él confiaba en la sabiduría popular para mantenerse en pie.
El “hereje” prometió volver y hacer la Revolución en su Venezuela natal, y así lo hizo. Cuatro años después, Chávez arrasó en las urnas e inició un proceso de transformaciones en la sociedad, economía, política y cultura de su país.
Chávez encontró en Fidel la motivación para impulsar el proyecto de los próceres independentistas. Foto: Archivo
La Revolución Bolivariana, en el Gobierno aún, significó la inclusión de esos sectores expoliados por el pasado. Fue también su proyecto para avanzar en la concreción de la segunda y definitiva independencia latinoamericana y caribeña.
En todo ese proceso, la visión compartida con Fidel de que un mundo mejor era posible se tradujo en proyectos de solidaridad con otras naciones, como es el caso del ALBA-TCP, con una década de existencia.
En el 2004, siendo presidente de Venezuela, Chávez visitó Cuba nuevamente. En esa ocasión el líder de la Revolución cubana expresó: “Prometiste volver un día con propósitos y sueños realizados.
Volviste y volviste gigante, ya no solo como líder del proceso revolucionario victorioso de tu pueblo, sino también como una personalidad internacional relevante, querida, admirada y respetada por muchos millones de personas en el mundo, y de modo especial por nuestro pueblo”.
“Lo que más nos conmueve es que volviste, como también prometiste, para compartir tus luchas bolivarianas y martianas con nosotros”, sostuvo Fidel.
Eran las palabras de un gigante a otro. Del líder que vio el futuro en las ideas del joven venezolano, a quien el tiempo le demostró que sí era merecedor del honor de ser recibido por su amigo.
Chávez fue, como él mismo se describió aquel 14 de diciembre inolvidable, “un latinoamericano entregado de lleno, y para siempre, a la causa de la Revolución de esta América nuestra”.
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