Cuba, ese pequeño país que ha sido duramente bloqueado y
humillado por la mayor superpotencia mundial de la tierra, tiene como
privilegio el compartir lo que tiene, no solo entre los suyos, sino entre los
que lo necesiten en varias partes del mundo.
Los ejemplos ponen a las claras esa demostración de
internacionalismo, no solo en América Latina, sino en África, Asia o Europa. No
ha habido fenómeno natural de impredecibles consecuencias que no haya recibido
la respuesta de médicos o enfermeros, para solo citar la ayuda por ese concepto.
Desde Cuba hace muchos años recibió Perú, en ocasión de un
devastador terremoto, la sangre generosa de miles, incluida la del líder histórico
de la Revolución,
que fue de los primeros en aportar ese elemento vital para la salvación de
vidas humanas.
En fecha más reciente Haití ha sido testigo de la incansable
labor de los cubanos en aras de su recuperación. Pakistán y otros países,
incluidos los del África han recibido la ayuda desinteresada, mientras cientos
de niños afectados por el accidente de Chernobil recibieron asistencia médica
en Cuba.
Compartir lo que se tiene constituye un principio que
contribuye a la unidad, en lo que Cuba ha desempeñado un papel decisivo, no
solo en las esferas de la Salud
y la Educación,
también en el Deporte la
Agricultura, la
Cultura y hasta en la Defensa, con ejemplos que ilustran la decisión de
dar hasta la propia sangre por quienes han solicitado esa contribución dirigida
a preservar la independencia y la paz.
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