Por Carlos G. González Ruiz.
Apostar por la felicidad en una era convulsa es como echar leña al fuego de la desesperanza. Pero nos han enseñado que un mundo mejor es posible. Y posible es para los humanos alcanzar metas y propósitos que no sean mezquinos, mercantiles o vulgares.
El 2012 debe convertirse en un año más feliz, pero con el concurso de todos, de ricos y pobres, de todos los humanos que habitamos el planeta tierra. De lo contrario qué podríamos dejar para el futuro que no sea desolación y muerte.
Meditemos de una vez y para siempre, claro eso le corresponde a los que ansían el poder y mediante guerras hostiles intervienen matan y provocan desesperación infinita.
Por un 2012 más feliz, debe ser la máxima para todos, conscientes del papel que nos toca como humanos del siglo XXI.
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