Comienza un nuevo curso escolar, en que niños, adolescentes, jóvenes y más adultos, tendrán en Cuba una posibilidad que se ha abierto paso desde que con la nacionalización de la enseñanza, como resultado del triunfo revolucionario, se les concedió a todos el derecho a recibir la educación de forma gratuita.
Una conquista que se ha abierto paso aún en las condiciones económicas más difíciles, cuando no ha habido una sola escuela que no haya abierto sus puertas y no ha faltado disposición docente para enfrentar el importante proceso de formación e instrucción.
En Cuba es solo el coeficiente de inteligencia de cada cual el que decide el futuro individual, porque desde hace más de medio siglo no cuesta un centavo adquirir los conocimientos en los distintos tipos y niveles de enseñanza, hasta llegar a ser un verdadero profesional o poder ejercer un oficio determinado.
Nadie depende de poder costear los estudios para llegar cuanto más lejos le sea posible, al contrario, el Estado Cubano solo pide esfuerzo y dedicación en el estudio para alcanzar notables resultados.
Por esas y otras muchas razones es que cada inicio de curso deviene festividad, alegría, compromiso, nuevas metas y empeños superiores. Niñas y niños, adolescentes, jóvenes y otros más adultos, tienen las puertas abiertas para decidir su futuro.
De ahí que educar bajo el principio de la gratuidad como conquista, solo es posible en una sociedad como la cubana, que hizo suya la promesa del Programa del Moncada e inició su batalla a través de la gran cruzada contra el analfabetismo.
Hoy no se trata de enseñar a leer y escribir a quienes no tuvieron ese privilegio, al contrario, en Cuba se ofrece educación para todos, conscientes que la Revolución trajo consigo igualdad de derechos y la verdadera justicia social.
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