El niño se acercó hasta donde pudo; pero no lo dejaban pasar. «Déjenlo, que viene para acá», dijo el hombre que hablaba un asunto serio ante la concurrencia. Inmediatamente le preguntó su nombre y el chiquillo respondió con la boca llena, algo indescifrable. «Te pareces al Gallito, mi nieto, que solo tiene 11 meses. ¿Y qué edad tienes tú?».
Después de la respuesta de «tres», también difícil de escuchar, inquirió: «¿Y qué me traes?» «Galleta», replicó el niño. «Bueno, dame galleta, pues». Entonces el muchachito sacó parte del alimento de su boca y lo introdujo en la del adulto, que comió con placer ante la risa de los presentes.
Después de la respuesta de «tres», también difícil de escuchar, inquirió: «¿Y qué me traes?» «Galleta», replicó el niño. «Bueno, dame galleta, pues». Entonces el muchachito sacó parte del alimento de su boca y lo introdujo en la del adulto, que comió con placer ante la risa de los presentes.