Por Carlos G. González Ruiz.
Valorado como una etapa dentro de la Formación Económico
Social Comunista, caracterizada por la transición de formas y actuaciones
propias del Capitalismo a otras de una sociedad totalmente diferente, el
Socialismo transita por una época de cambios, inmersa en una crisis sistémica y
económica mundial.
Tras su desaparición como sistema en Europa del Este, muchos
le auguraron su final, pero otros, los más optimistas, aun confían en su
perfeccionamiento y puesta en práctica de forma paulatina en diversas regiones
del globo terráqueo.
Algunos países al optar por vías de progreso han implantado
reglas, pautas, medidas y tareas similares al Socialismo, sin aun decir a las
claras que se trata de ese tipo de sociedad. Sin embargo, nada mas parecido.
En cambio, en otros que sí lo han declarado, tal parece como
si un fantasma recorriera esa área geográfica, pero la población recibe tantos
beneficios que es capaz, poco apoco, de interiorizar en lo que significa
propiedad colectiva y avances en la calidad de vida.
En el pasado siglo hablar de Comunismo era como reconocer al
diablo mismo, tanto se encargó el Capitalismo de sabotearlo que era rechazado
categóricamente. Basta recordar en Cuba al triunfo de la Revolución cuando
muchos alegaban que solo eran fidelistas y nada más.
Todavía hoy muchos confundidos por la propaganda, y sobre
todo, no identificados con un sistema que aun tiene que aportar en la práctica,
suelen estar en desacuerdo con el Socialismo, pero cuando les hablan de beneficios,
derechos y bondades, levantan sus dos
brazos en señal de aprobación.
Es verdad que le falta a ese tipo de sociedad demostrar
mucho más, aunque lo ha hecho y para bien de millones en el planeta tierra durante
años, a diferencia del Capitalismo que solo vino al vino chorreando sangre y
lodo por todos sus poros.
Y mientas transcurre el tiempo, queda demostrado que el
predominante orden actual no resuelve los problemas, al contrario, los agrava,
porque guerras sucias, saqueos, intervenciones, terrorismo, violencia,
desempleo e insalubridad no es lo que la humanidad desea.
Hace falta entonces un Socialismo del siglo XXI capaz de
aglutinar fuerzas, demostrar su valía, aportar más al pensamiento universal y,
sobre todo, de una vez y para siempre, convertirse en la antesala del
Comunismo, la sociedad que tanto soñaron los geniales Marx y Engels.
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