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Eternamente Chávez

Escribir sobre Chávez no es fácil. La cuartilla queda en blanco cuando se trata de describir a este hombre porque las palabras y las imágenes no alcanzan para retratar su grandeza.Admirado por sus seguidores y respetado por sus detractores, el niño arañero de los llanos venezolanos, hizo de un país su vida. A él se dedicó en cuerpo y alma.

Todo cuanto hizo estuvo siempre al servicio de los más humildes. Hablaba su lengua, conocía de sus pesares. Fue testigo de los desmanes de la oligarquía venezolana. Y contra ella, se levantó y no paró hasta cumplir su palabra de darles voz a quienes nunca la tuvieron.
En ese empeño desenvainó la espada del Libertador Simón Bolí­var desde sus inicios como oficial. Fundó para ello el Movimiento Bo­livariano Revolucionario 200 en 1982, y juró, bajo el Samán de Güe­re, iniciar la lucha para la construcción de una nueva Venezuela.

Guió a los valerosos muchachos, que como él, no soportaban más desmanes de los gobiernos de turno. Así, diez años después del juramento bajo el mítico árbol, organizó la rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992, génesis del proyecto que lideraría tiempo después.

Su “por ahora” despertó el sentir de independencia de cada venezolano y lo presentó como la figura política y carismática que ya se iba formando.

Convencido de que la lucha armada no era la única opción para alcanzar sus propósitos de una Ve­nezuela digna, inscribió su Movi­miento V República en el registro electoral.

En 1998 fue electo presidente del país por primera vez y a partir de ese momento inició un proceso profundo de transformaciones en todos los ámbitos: social, político, económico, cultural y mediático.

Pero la oligarquía venezolana no se podía permitir a tal revolucionario en el poder. Por ello, intentó sacarlo violentamente del gobierno en el 2002. No fue, sino el propio pueblo venezolano, el que rescató a su presidente. El golpe de Estado había fracasado y Chávez asumía nuevamente las riendas del país en respeto a la voluntad soberana del pueblo.

Escribió con honores la historia latinoamericana y caribeña cual Bolívar de estos tiempos. Vio en el Libertador su maestro, su guía. Tuvo en Fidel a un padre, un hermano, al amigo.

Desde su primera visita a Cuba en 1994 se forjó una amistad entre los dos gigantes latinoamericanos. Jun­to a otros líderes de la región como Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula, cambiaron la fisonomía de estas tierras por años destinadas al olvido.

Fruto de esa alianza, nació en el 2004 el ALBA, como alternativa a la estrategia norteamericana de reacomodarse otra vez y servirse de Amé­rica Latina y el Caribe. Luego, se fueron consolidando otros espacios regionales como UNASUR, MERCOSUR, y la CELAC, todos con la huella indeleble del líder bolivariano.

Con muchas ganas de seguir haciendo Revolución y de continuar perfeccionando lo alcanzado, se fue el Comandante Chávez de este mundo hace apenas un año. Hoy, cuando cumpliría 60 años, se le recuerda con vítores y sin llantos. Se le recuerda como a los héroes.

Dicen quienes lo conocieron que su gran angustia siempre fue no cumplirle al pueblo y sentir por momentos, que araba en el mar. Mas, no fue así. Se fue de este mundo en los brazos de su amado pueblo, convertido en millones de latinoamericanos y caribeños. Re­fle­jando además que Chávez so­mos todos.

No es una cuestión de consignas. Mientras existan causas justas en el mundo por las cuales luchar, Chávez, el gigante de estas tierras, estará presente.

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