
El secretario general de la alianza atlántica, Jens Stoltenberg, se refirió a un incremento de las Fuerzas de Respuesta Rápida de ese bloque de 13 000 a 30 000 soldados, mientras se concreta la creación de la llamada punta de lanza (Spearhead Force) con otros 5 000.
Además, el pacto noratlántico prevé el establecimiento de seis unidades de mando y control en Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, Rumania y Bulgaria, formadas en total por unos 40 militares para facilitar el despliegue de las fuerzas rápidas de la OTAN.
Para Stoltenberg, tales medidas son acciones defensivas de la alianza atlántica, cuya presencia de armas entre las tropas ucranianas fue denunciada por la dirección de la autoproclamada República de Donetsk.
El secretario general de la alianza atlántica estimó que todo ello estaba acorde con “las obligaciones internacionales” del bloque, en clara alusión a sus pretensiones de intervenir en conflictos en cualquier parte del orbe.
Rusia denunció en varias ocasiones el respaldo con armamentos de la OTAN al gobierno ultraderechista instalado en Kiev, tras un golpe de Estado en febrero del 2014, apoyado por paramilitares neofascistas y con la anuencia de potencias occidentales.
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