(Tomado de EEUU vs. Cuba: la ruta del dinero.)
A comienzos de octubre, la oficina diplomática de EEUU en La Habana preparaba una fiesta por todo lo alto, a la espera de que dos “disidentes” cubanos fueran galardonados con el Premio Nobel de la Paz.
Los gigantes de la información silencian el probado financiamiento por parte de EEUU a esta “disidencia”, hecho que -por sí solo- invalida su legitimidad política. Solo para el ejercicio fiscal 2011, el Gobierno de EEUU ha aprobado 62 millones de dólares para la incidencia política, social y mediática en Cuba, al margen de otras partidas no declaradas. Supone un aumento del 34 % con respecto al año anterior, a pesar de la crisis que golpea a EEUU, ya con más de 46 millones de personas bajo la línea de la pobreza.
Casi la mitad de estos 62 millones anuales se lo llevan las emisoras gubernamentales de propaganda Radio y Televisión Martí, que emiten hacia la Isla desde un avión militar estadounidense, violando todas las reglamentaciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
La partida para la llamada “disidencia” se eleva a 20 millones de dólares, que administra la Agencia de Cooperación Internacional de EEUU, USAID, dentro de su “programa para la democracia en Cuba”.
Estos fondos son destinados, en primera instancia, a organizaciones y empresas contratistas de EEUU -principalmente de Miami- que encauzan programas, equipos y fondos a cualquier grupo humano de Cuba, por pequeño que sea, que cumpla con el requisito de oponerse al Gobierno de la Isla.
Nada más y nada menos que una disidencia cubana made in USA, por la ruta del dinero.
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